El ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, anunció que el gobierno enviará a la brevedad el proyecto de Ley de Migraciones, que si bien regulará los flujos migratorios de acuerdo a normas de entrada, permanencia y salida para los extranjeros, mantendrá a Chile como una nación abierta.
"Chile se ha caracterizado por ser un país abierto y acogedor con el extranjero que decide radicarse en nuestro territorio, y no tenemos intenciones de alterar dicha característica. Pero, al mismo tiempo, es deber del Estado regular la migración y asegurar que los flujos migratorios se conduzcan con respeto a las leyes nacionales sobre la entrada, permanencia y salida de extranjeros y, por cierto, también respetando los derechos humanos de los migrantes", sostuvo el canciller en entrevista con El Mercurio.
Consultado por las declaraciones del ex director de la ANI Gonzalo Yuseff, quien advirtió que están entrando personas que han cometido delitos en otros países y que no hay controles por parte de Chile, tanto en la frontera como en el aeropuerto, el secretario de Estado aseguró: "La discusión sobre la migración debe hacerse sobre la base de datos concretos, no de prejuicios o de explotación del temor de alguna gente".
"Ya se sabe que los migrantes delinquen proporcionalmente menos que los chilenos, que poseen un mayor nivel educacional, etcétera. Y se sabe que la PDI rechaza el ingreso al país de muchos extranjeros. Lo complejo es que como estamos en una era de la post-verdad, no basta con tener las cifras y los hechos para desmentir a los antiinmigración, porque algunos políticos digitan las emociones, los temores de la gente respecto de quienes son diferentes, y eso puede tener efectos electorales", agregó.
Respecto del rechazo que provoca en algunos chilenos la conflictividad generada en barrios por la llegada de migrantes, Muñoz recordó: "Mire, yo nací y crecí en el barrio Estación Central que visito a menudo y que actualmente se ha constituido en un barrio preferido de extranjeros: chinos, peruanos, bolivianos, ecuatorianos, colombianos, dominicanos y haitianos, principalmente. No percibo conflicto con los vecinos. Hay costumbres culturales diferentes, pero mis parientes que aún viven en el barrio no me hablan de conflictos, sino de crecimiento comercial y cambios por el empuje de los migrantes. Y los niños en la escuela primaria a la cual yo asistí son un ejemplo de convivencia tolerante".
El Mostrador
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